Las mujeres escritoras del Barroco tuvieron ante sí el reto de utilizar la palabra para poner de relieve una situación sin lugar a dudas injusta pues, ante el silencio y la reclusión a los que la moral dominante de la época las condenaba, ellas querían alzar su voz, haciéndose visibles en la sociedad y, a través de la palabra, romper el ámbito de lo privado para alcanzar también el de lo público.
Su pluma como arma, será el vehículo de expresión de sus opiniones frente a los tópicos establecidos por costumbre y la acción dramática se convierte en tesis para demostrar que la mujer es firme, que puede defender su agravio ella sola y por lo tanto no debe ser considerada débil ni mudable. A través de sus obras, tomaron la palabra para negar la debilidad moral de las mujeres, para realzarlas frente a los hombres, para dotarlas de libertad con que poder decidir por sí mismas y, sobre todo, para concebirlas como seres racionales y no pasionales. A través de sus obras intervendrán el discurso masculino sobre la mujer asumiéndolo, contestándolo o reinterpretándolo.