Año 2050, en algún lugar de lo que en el siglo XX ha sido llamado “primer mundo” dos piezas de la imponente maquinaria de un estado totalitario cumplen su función de manera inexorable.
El preciso engranaje de una sociedad que ha evolucionado sobre premisas de racionalización, eficiencia y orden arrastran a Iván y al Inspector a una dinámica de control y justificaciones. En esta situación, la pobre ilusión de autonomía personal, moral, deseos o perspectivas de futuro sustentan y dan sentido a estas dos fuerzas aparentemente antagónicas. La misión de Iván será la de hacer desaparecer cadáveres, la del Inspector, analizar la “eficacia” de su trabajo.